Comenzaron los fríos y el cuerpo lo siente. Las bajas temperaturas se combaten con comidas calientes, y las estrellas en nuestras mesas invernales son sin ninguna duda las comidas de olla. Hoy te traemos la historia y la receta de un clásico: el guiso de mondongo, también llamado buseca. Un plato delicioso y tradicional, ideal para acompañar con un buen tannat y elevar este plato a una categoría premium en la mesa.
Guiso de mondongo: te presentamos la receta de este tradicional plato
Una comida de olla es la excusa perfecta para juntarse en familia o con amigos. El mismo objetivo que persigue el asado cuando el tiempo acompaña, es el mismo que un buen guiso busca: compañía, buen comer y buen beber.
Dentro de las comidas de olla o guisos existe una amplia variedad de opciones. En esta oportunidad te traemos un post acerca de un tradicional guiso rioplatense, el inconfundible guiso de mondongo.
Qué es el mondongo? El mondongo es el estomago bovino o panza de la res, y está presente en la gastronomía tanto americana como europea. Existen por lo tanto muchos platos similares, que no son más que cazuelas de mondongo en diferentes versiones, como lo son la buseca lombarda, los callos a la madrileña, la trippa alla romana. Nuestra buseca o guiso de mondongo es una adaptación criolla de la buseca lombarda.
Es sabido que el origen de este tipo de comidas es más bien humilde, nació siendo parte una dieta campesina, dado el alto valor proteico que ofrece en relación al bajo costo de esta carne.
Al día de hoy, el guiso de mondongo es un plato que es saboreado por todos los estratos socio-económicos y es por eso que se lo considera un clásico, un plato muy tradicional.
El guiso de mondongo conforma sin duda alguna una armoniosa y gustosa amalgama de carne, verduras, legumbres, hortalizas y embutidos, siendo además una excusa más que perfecta para disfrutar de un buen Tannat Reserva de Bodega Garzón, vino con el cual este plato se lleva de maravillas.
Habiendo presentado ya algunos datos históricos y curiosos en relación a este guiso pasemos sin más preámbulos a la receta del mismo.
Ingredientes (6 porciones)
1 kg de mondongo
1 cebolla grande
1 morrón rojo
1 lata de tomates perita
2 chorizos colorados
250 gramos de panceta
250 gramos de garbanzos
250 gramos de porotos blancos
4 cucharadas de Aceite de oliva Colinas de Garzón
Sal, pimienta, pimentón y perejil a gusto
Lo primero que haremos será dejar las legumbres (porotos y garbanzos) en remojo el día previo a la preparación. Una vez ya remojados, se cuelan y se hierven en agua con sal durante media hora, hasta lograr una consistencia “al dente”. Colamos y reservamos las legumbres.
El tratamiento del mondongo implica retirarle cualquier resto de grasa que haya quedado una vez adquirido en la carnicería o el supermercado, en el cual generalmente lo dejan bastante limpio. Debemos hervir el mondongo en abundante agua con sal durante al menos una hora. Una vez que el mondongo se enfría lo cortamos en tiritas.
Pasaremos ahora a trabajar con el resto de los ingredientes. Picaremos la cebolla, el morrón y la panceta y los pondremos a rehogar en una olla con Aceite de Oliva Colinas de Garzón. Cuando la cebolla esté transparente es el momento de agregar al saltado los chorizos cortados en rodajas y luego las tiritas de mondongo.
Salteamos esta mezcla revolviendo constantemente y luego agregamos los tomates perita cubeteados. Condimentaremos con la sal, la pimienta y el pimentón. Incorporamos luego los garbanzos y los porotos.
Agregaremos caldo de verdura hasta cubrir nuestro guiso. Durante la cocción podemos ir agregando caldo a medida que lo consideremos necesario, revolviendo de vez en cuando nuestra olla. Se cocina a fuego bajo hasta que las legumbres estén tiernas y nuestro guiso haya adquirido cierto espesor.
Al momento del emplatado podemos optar por espolvorear las cazuelas con perejil fresco picado. Ahora sí, no queda nada más que sentarse a disfrutar con los suyos de este generoso plato. Una opción ideal para combatir los fríos de esta época y por supuesto no pueden faltar un buen pan de campo y una botella de Tannat Reserva.
Un maridaje otoñal con el que agasajar a quiénes queremos y elevar un plato tradicional a una categoría premium en la mesa.
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