Ya hemos hablado de las vastas propiedades antioxidantes del vino, entre las cuales el resveratrol juega un papel fundamental a la hora de retardar los mecanismos del envejecimiento, actuando eficazmente contra los radicales libres. Decían que Cleopatra se sumergía en baños de leche para aclarar, humectar y limpiar su piel. En el siglo XXI hacemos lo mismo pero con el vino. Veamos los beneficios de la uva y el vino para la salud de nuestra piel, así como para algunas de las dolencias comunes de nuestra época.
La vinoterapia actúa como un renovador celular, rejuvenece las células de la piel logrando que luzca renovada, lozana. Existen pruebas que sitúan su utilización en la Antigua Grecia, donde los baños de inmersión en vino eran utilizados para lograr luminosidad en la piel. Pero los tratamientos con la uva y sus derivados cobraron un singular reconocimiento a partir de su uso en Burdeos. Hoy, en tierras francesas se encuentran reconocidos Spas, vecinos a los más prestigiosos «Chateaux», que funcionan a partir de la vinoterapia.
Efectivamente, las uvas tintas (ricas en cantidad de polifenol) y sus derivados se han convertido en aliados indiscutibles para atajar los efectos del paso del tiempo sobre el rostro. Pero también se convierten en elementos distinguidos de otras propuestas corporales: contra la aparición de las varices, para combatir la celulitis o alcanzar un placentero estado de relajación y bienestar, dados sus efectos.
Entre los procedimientos más utilizados, lo primero que se hace con la uva es triturarla con un poco de vino, semillas de albaricoque, almendras molidas y un poco de azúcar negra. Luego, el ungüento se aplica sobre todo a la superficie a tratar con masajes en forma de circulo hasta que se forme una película sobre la piel. Pasada media hora se retira, y generalmente, el tratamiento se complementa con piedras calientes para descontracturar los músculos.
La vinoterapia y los productos derivados de la vid son excelentes opciones para tratar cuestiones vinculadas a la piel. Pero, pensando en debilidades endógenas, ¿cuáles son los vinos que se nos está permitido consumir? Por ejemplo, para la insuficiencia cardíaca, están permitidos todos los vinos: blancos, rosados, tintos secos o licorosos. Pero es conveniente evitar los vinos muy robustos de elevado grado alcohólico.
Si se sufre de hipertensión arterial (regímenes sin sal), se pueden utilizar los vinos y aguardientes para perfumar los alimentos cocinados. De hecho, las salsas con vino están indicadas a causa de su sabor. Lógicamente, en caso de descompensación, es recomendable anular incluso toda bebida alcohólica.
Para la diabetes se aconsejan los vinos blancos o espumantes muy secos y tintos de poco grado alcohólico. Por el contrario, se deben evitar los vinos blancos licorosos, los vinos dulces naturales y aquellos que contienen alto grado alcohólico.
Desde tiempos inmemoriales, el vino ha prometido demostrar todo su esplendor al salir de la prisión de vidrio en la que reposa. Sigue los consejos de tu médico: vaso en mano, pronto llegará el fin de la convalecencia.