El vino es participe indiscutido de distintas ocasiones, como una cita en pareja, amigos o familiares, alabado por muchos a lo largo del tiempo, y es también foco de verdades pero también de ideas erróneas a las cuales es hora de desmentir. Sin más preámbulos vamos a analizar algunos mitos y verdades sobre el vino.
«El vino es materia prima de la producción de sangre”
La ínfima cantidad de hierro que contiene el vino no basta para la producción de glóbulos rojos necesarios para palear un estado de anemia. El vino, entonces, no «produce sangre», pero es justo resaltar sus bondades en cuanto a la circulación sanguínea. Entre los beneficios de consumir vino tinto en cantidad moderada, investigaciones científicas han probado que ayuda a la salud de nuestro cerebro y evita problemas cardíacos actuando como anticoagulante, o antitrombótico.
“El vino tinto debe descorcharse a temperatura ambiente”
Por lo general la temperatura ideal para tomar vino tinto se ubica en el rango de los 16°C a los 18°C, esta temperatura nos permite degustarlo a pleno. Si el ambiente se encuentra a esa temperatura, quizá necesites un abrigo. De lo contrario es recomendable abrir las botellas de vino tinto que se tienen en la cava a temperatura justa, para evitar sentirlos pesados o alcohólicos.
“Un vino añejo es mejor que un vino joven”
No son mejores ni peores… son distintos, independientemente de su color, los vinos jóvenes y los de crianza se diseñan de forma distinta. En el caso de los primeros, su arquitectura está pensada en el consumo ipso facto. El proceso de vinificación sin estacionamiento les otorga su carácter fresco y frutado. En oposición, los de crianza deben permanecer estacionados en barrica para desarrollar aromas y sabores, provenientes de la madera y luego en botella, para apreciarlos en su esplendor.
“Nunca se debe mezclar los tipos de vino en la mesa”
Esta es una premisa infundada que atenta directamente contra el arte del maridaje, coartando la posibilidad de disfrutar a pleno los aromas y sabores que se producen por la armonía entre lo que se come y el vino más adecuado. ¿Por qué no maridar la entrada, plato principal y postre con los vinos correspondientes, es decir, según la complejidad y características del plato?
“Una denominación de origen controlada no es sinónimo de calidad superlativa”
Un sello DOC distingue los productos creados en una zona geográfica determinada, en el caso de los vinos solo se garantiza al consumidor que esa botella contiene características únicas, del terroir como: la uva, suelo, clima y métodos de trabajo. El caso ejemplar en esta cuestión es el del Champagne, que si bien protege legalmente a los productores de esa zona francesa, no implica necesariamente que supere siempre a otros espumantes.
“Cuanto más caro, mejor”
Esto se define después de haber probado el vino, nunca antes. En el armado del precio juegan variables que no siempre están estrechamente vinculadas a la calidad del vino. En algunos casos, las catas a ciegas falsean prejuicios conformados por la etiqueta.
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