¿Cuáles fueron sus orígenes? ¿Por qué no tienen todas las botellas de vino la misma forma y color? Esta es una invitación a conocer en profundidad todos los detalles de la botella de vino pensados para lograr el retraso del proceso de envejecimiento y contribuir a su mejor evolución y conservación.
En la primera mitad del siglo XVII, la jarra de cerámica y de peltre comenzaron a ser sustituidas por botellas de vidrio. Muy pronto, nobles, burgueses y taberneros mandaron a fabricar sus propios envases. Su forma era abombada y a veces contaba con un mango. La misma se mantuvo en circulación desde 1630 hasta fines del siglo XVII. El museo de Northampton, en Inglaterra, posee la botella más antigua (1617).
En la actualidad, la base, además de tener la función obvia de permitir que la botella permanezca en una posición vertical, a menudo se modela con una forma más bien cóncava, para que cuando a los vinos de crianza en botella se los mantenga en posición vertical, los sedimentos se instalen y acumulen en el anillo que forma la parábola, facilitando la decantación. Cada una de las regiones vitivinícolas europeas adoptó un estilo o formato de botella, que luego identificó a sus vinos.
En Burdeos, las líneas se orientaron hacia un diseño enteramente cilíndrico, que se interrumpe en la parte superior por hombros pronunciados. La forma de la botella se justificó, en su momento, por el gran sedimento que los tintos bordoleses formaban con el paso del tiempo. Así, al momento de servir, estos hombros impedían que los depósitos cayeran dentro de la copa. Años más tarde, se desarrolló otra versión de esta botella, más alta de cuello alargado, que logra una muy atractiva presentación utilizada en el nuevo mundo para los vinos de mayor calidad.
En Borgoña, la fuerte presencia de los blancos y los tintos poco tánicos, elaborados a base de Pinot Noir, determinaron el uso de un envase más estilizado. La porción cilíndrica de la botella se redujo y el angostamiento rumbo al cuello se suavizó. Los vinos de la región permitían un diseño menos abrupto. Hoy, los varietales de todas partes del mundo elaborados en base a Chardonnay y Pinot Noir, se distinguen por este formato.
Al norte, en Alemania, la absoluta predominancia de los blancos permitió suavizar un poco más las líneas, para dar paso a una botella alargada y esbelta, conocida como «flauta». La botella originaria de Franconia, al sur, es baja, regordeta y algo achatada, y se conoce como la Caramayola o Caramagnola. La región francesa de Alsacia, en la frontera con Alemania, tiene su variante del tipo flauta, algo más alta. También las zonas de Jerez, España, y de Oporto, Portugal, desarrollaron sus propios diseños, pero sólo se usan en la comarca de origen.
Cuanto más grande la botella, mejor envejecen los tintos, porque lo hacen más lentamente. Sucede, que para los hábitos del común de los consumidores, más de 750 cc por unidad resultan excesivos, excepto que de compartir con amigos se trate. El descorche de un Magnum (1,5 litros) sólo se justifica para una reunión que cuente por lo menos con seis comensales.
Según su capacidad, las botellas se denominan: Magnum (1,5 l.), Jeroboan (3 l.), Rehoboam (4,5 l.), Matusalem (6 l.), Salamanazar (9 l.), Nabucodonosor (15 l.) y Gargantúa (18 l.).
El color de las botellas es también una característica tradicional de ciertas áreas. La flauta, por ejemplo, es generalmente de color verde en Alsacia, y toma un color marrón en el Rhín. Otro ejemplo son las botellas de Burdeos, cuyos colores predominantes son verde o marrón para los tintos, y para los blancos la costumbre de algunos productores, es envasarlos curiosamente en botellas incoloras. Cabe señalar que los vinos blancos en general no son adecuados para el envejecimiento, y que probablemente, este hábito es simplemente una indicación del fabricante de consumir el vino tan pronto como sea posible.
