Como ya hemos visto en posts anteriores, la elaboración del vino es compleja e implica diversos procesos desde que la uva es cosechada hasta el momento de servir la copa. En esta oportunidad te presentaremos interesante información acerca de la maduración del vino y su importancia al momento de obtener su carácter y su calidad.
La maduración del vino: la importancia del tiempo
Como adelanta el titulo del post, podemos sostener que el tiempo es un factor esencial para la búsqueda de una mejoría y un equilibrio en los aromas y sabores que esperamos de un vino.
Según la maduración o crianza obtendremos distintos tipos de vino, en lo que refiere a su carácter, razón por la cual el precio y calidad del vino dependerá en gran medida de su maduración.
Por lo general, los vinos tintos, al poseer una mayor cantidad de taninos en comparación con los vinos blancos, llevan un tiempo de maduración mayor para eliminar sedimentación, clarificarse y profundizar sus sabores y aromas. Es por esta razón que los vinos más nobles (y por ende más caros) son aquellos que más han madurado.
Por lo general la maduración se entiende como el tiempo que transcurre desde la fermentación hasta el embotellamiento, sin embargo en el caso de algunos vinos es importante la maduración del vino dentro de la botella.
Otro detalle nada menor, es el lugar donde sucede la maduración, el reposo de un vino en tanques de acero no logrará los mismos resultados que una maduración en barricas de roble. Aunque hay que decir que en muchos casos se combinan.
La madera aportará a nuestro vino sabores y aromas que dotarán de determinadas características a nuestra bebida, esto se debe en gran medida al lento pasaje del oxígeno a través de los poros de la barrica de madera.
Teniendo en cuenta estos conceptos y en relación al envejecimiento, es que los vinos tintos pueden ser clasificados en cuatro tipos:
Vinos jóvenes
Los vinos jóvenes pasan muy poco tiempo (o directamente no lo hacen) en barrica de roble. Su consumo se da dentro del primer año de su elaboración. Más allá de que muchas veces se asocian a un producto de baja calidad, con el correr del tiempo se han reconocido sus bondades, ya que son vinos fáciles de beber y con buenos aromas frutales y florales.
Estas características hacen de estos vinos una buena opción para el vino de consumo diario.
Vinos de crianza
Los vinos de crianza pasan entre seis meses y un año en barricas de madera para luego reposar en botella hasta el tercer año desde su elaboración. Este tiempo de maduración trae como consecuencia una mejora de las cualidades del producto y un mayor equilibrio en lo que refiere a sus aromas y sabores. A nivel de características organolépticas presenta una mayor complejidad que los vinos jóvenes.
Cuando hablamos de características organolépticas nos referimos al conjunto de propiedades físicas de la materia perceptibles a través de los sentidos: sabor, color, textura, aroma y temperatura.
Vinos Reserva
Los vinos reserva permanecen en barricas por un tiempo mínimo de un año para ser comercializados al cuarto año desde su elaboración. Este aumento de maduración y envejecimiento traerá como consecuencia la obtención de un vino con intensos aromas y sabores, ideales para un maridaje de platos gourmet, quesos de sabor intenso y carnes de caza.
Vinos Gran Reserva
Los vinos gran reserva tienen una estadía de al menos dos años en la barrica y tres años de envejecimiento en botella, por lo que es comercializado recién al sexto año de su elaboración. El resultado es un vino perfecto en cuanto al equilibrio de sus propiedades organolépticas. Este incremento en la calidad obviamente se reflejará en un incremento en cuanto al valor del vino.
Si los procesos implicados en la elaboración del vino son de tu interés te invitamos a conocer más acerca de la maceración carbónica.
