Si hay un factor que contribuye o estorba el pleno disfrute de un vino, este es la temperatura en la cual se lo sirve. La temperatura ideal para cada vino depende de cada tipo de vino. Para ello, los más exigentes, entre los accesorios para el vino encuentran rápidamente al termómetro como herramienta de pericia, a base de mercurio, o digitales. Ambos permiten determinar si el vino a consumir se encuentra dentro de los límites inferiores o superiores para cada tipología.
En la mayoría de los vinos blancos se cumple que la temperatura apropiada para el almacenamiento es la misma que la temperatura ideal para su degustación. La temperatura ideal para los blancos, por lo general, oscila entre 10 y 14 ° C. Los vinos blancos jóvenes, frescos y aromáticos se pueden servir a 10 ° C, y los menos aromáticos a 12 ° C. Por su parte los vinos blancos suaves y maduros, producto de algunos años en botella, soportan temperaturas más altas y se pueden servir entre 12 y 14 ° C.
El refrigerador es un medio muy ineficaz para enfriar el vino, simplemente porque el aire es un mal conductor del calor. El mejor medio para refrigerarlo con eficacia es su completa inmersión en agua y hielo al mismo tiempo, ya que el agua constituye un conductor perfecto. Tenga presente que los cubos de hielo se derriten rápido.
Es necesario procurar que el balde sea lo suficientemente profundo como para sumergir la botella entera. De no ser así, introduzca primero el cuello y luego de vuelta a la botella. Transcurridos unos ocho minutos en agua helada, la temperatura de la botella se reducirá de 18 °C a los 13 °C. En un refrigerador ordinario tendría que esperar una hora para conseguir ese resultado.
Con esta solución es posible que esté pensando cuanto más trabajoso pueda resultar llevar un vino tinto a su temperatura idónea con respecto a uno blanco. Muchas veces se cree erróneamente que la temperatura ambiente es la norma de medida tradicional para el tinto. Esta idea en su momento podía ser correcta, ya que la temperatura equivalía a unos 16 °C, pero el concepto de confort actual eleva la temperatura hasta los 21 °C o más. A 21 °C los tintos pierden su garra y se quedan sin su virtud refrescante.
La temperatura de servicio para los vinos tintos jóvenes, con pocos taninos, ronda entre los 14 y los 16 ° C, mientras que para los tintos con más cuerpo y tánicos, puede ser de hasta 18 ° C. Los vinos tintos envejecidos durante años en botella, con mucho cuerpo, se pueden servir a 18 ° C, o a 20 ° C excepcionalmente.
El método controlable para que los vinos tintos tomen la temperatura correcta es sumergiéndolos en agua caliente a 21 °C, para subir la temperatura de los 13 °C a los 18 °C en ocho minutos, del mismo modo que el agua helada lo haría, sin duda, descender. Si ha de decantar el vino, hágalo antes de calentarlo.
