Contemplando un paisaje coloreado por un mar de olivos, una pregunta vino a mi mente: ¿cómo se recoge la aceituna? ¿Dónde puedo vivir esta experiencia? Buscando la respuesta, lo primero que recordé fue el mandato divino que reza «Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás las ramas que hayas dejado tras de ti, serán para el forastero, para el huérfano y para la viuda». Esta frase no solo está cargada de un gran sentido de solidaridad, sino también es toda una declaración metodológica sobre las técnicas ancestrales aplicadas en la cosecha de aceitunas.
En aquellos tiempos y hasta no hace muchos años, se utilizaba la recolección manual y el método del vareo: esta última consiste en golpear el olivo con largos bastones de madera en forma perpendicular a la rama para evitar romper los frutos. Luego se procedía a recoger las aceitunas caídas al pie de la planta; seleccionándolas entre las hojas y la tierra, para a la brevedad, transportarlas a la almazara.
Otro sistema utilizado hoy para el “ordeñe del olivo” son las pequeñas agitadoras de hombro, manejadas por funcionarios experimentados en la cosecha. Si bien la potencia de vibración es menor que el de las grandes agitadoras, estas pequeñas máquinas además de provocar una aceleración significativa en la recogida, son capaces de trabajar en las ramas más pequeñas de las plantas y, por lo tanto, como principales ventajas permiten llevar adelante un trabajo más expeditivo y además de provocar menor estrés a la planta.
A las técnicas modernas se las complementa con el empleo del peine: consiste en una vara mecanizada con varias púas que se encarga de derribar las aceitunas restantes luego de haber pasado la primera máquina. Como su nombre indica, va a peinar las grandes ramas de los árboles a modo de rastrillo, sin afectar a la estructura de árbol. Siempre las aceitunas caen en redes especiales colocadas en el suelo, las cuales se depositan en mantillas, que elevadas por un guinche son cargadas en tractores para ser trasladadas a la almazara.
Habiendo saciado mi curiosidad teórica sobre las técnicas para la cosecha de la aceituna, me encuentro con la ilusión de sentir nuevamente todas la plácidas sensaciones que promueven los olivares y, ¿por qué no?, participar de una tarea milenaria practicando lo aprendido. Para ello, es una tentación, recorrer por la ruta 9 unos pocos minutos hasta el Kilómetro 175 e ir al encuentro de Agroland S.A. y participar, desde marzo, como todos los años, del Festival de la Cosecha en Colinas de Garzón. Donde un suelo privilegiado, permite la cosecha de la línea de aceite de oliva extra virgen uruguaya más premiada fuera del viejo continente.
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